jueves, 27 de agosto de 2009

El mundo, yo y el universo (3ª parte)


La autoestima, es a mi parecer, el factor más importante en cuanto poder explicativo del comportamiento, salud, intereses, objetivos, etc. que podemos establecer acerca de cualquier persona. Como yo en estas lineas, innumero de corrientes tratan de dar una visión unificada sobre quién soy, qué hago, hacia dónde voy y porqué. Todas y cada una de las teorizaciones u opiniones, ya sean modelos filosóficos, religiones o las posiciones individuales que cada ser propone, no son más que una justificación explicativa de su aquí y ahora, una explicación que acorde a sus circunstancias pone en salvaguarda su autoestima. Esto sucede a modo individual y colectivo. También puede ser aplicado a pueblos, naciones y culturas. De hecho, observamos que con el tiempo cambian, evolucionan, haciéndolo a la par que la persona o grupo que la sustenta. Por lo tanto, es una condición llena de subjetividad pese a ser la piedra angular donde se edifican los comportamientos, las normas, los sentimientos y las leyes. Y aún más, dan pie al engaño, a la mentira y a la manipulación, en la esfera de aplicación que corresponda (pareja, trabajo, comunidad, legislación...), pues en cualquier caso se produce una defensa a ultranza el ego, personalidad _máscara_ o autoestima: "No importan los medios si el fin es bueno" proponia Maquiavelo, quizá una persona de las más conscientes del juego y tristemente vinculado a unas propuestas de poder. Cuando el ego es grande, el universo se convierte en algo pequeño; cuando el ego desaparece, aparece un magnífico universo. La autoestima con desapego es el camino para empezar a ubicarse con humildad en un inmenso universo lleno de posibilidades para el desarrollo y el disfrute de la Vida. Ahora nos correspondería averiguar con qué herramientas personales para tal trabajo disponemos. Si se vence el miedo a la disolución de la identidad, entonces es cuando aparecen los vértigos de poder alcanzar, desde la libertad y la responsabilidad personal, los más bellos horizontes. No es un trabajo fácil, más bien al contrario, y plagado de contrariedades. Al final del viaje supongo que se debe llegar al amor por uno mismo y al amor por el universo, con desapego... y debe reaparecer una autoestima luminosa, ciertamente viva y de un mayor grado de conciencia.

martes, 24 de marzo de 2009

El mundo, yo y el universo (2ª parte)


Recuerdo una lectura donde el autor decía que para él, un buen día era "Poder dar un buen paseo, leer un buen libro y mantener con alguien una buena conversación". Es una concepción que me asombra por su sencillez y más aún por su asequibilidad en lo cotidiano. Existen filosofías, religiones, teorías, etc. que propugnan los mejores caminos para alcanzar la felicidad. Creo que todas las personas construimos un imaginario acerca de lo que es la felicidad y de qué cosas hay que hacer o tener para conseguirla. Habitualmente, efectuamos una construcción del mundo que va cambiando a lo largo de la vida y sus ciclos, y paralelamente _en consecuencia_ se va re-ajustando la concepción acerca de lo que es la felicidad y de los pasos que nos llevan a ella. Aquí la psicología da en el clavo cuando explica que la mayor parte de las cosmovisiones no son más que una justificación del "aquí y ahora" de la persona y son su salvaguarda emocional, su justificación a lo que le está pasando, a lo que hace y a lo que deja de hacer. Las políticas, corrientes de pensamiento, culturas, tradiciones, manifestaciones religiosas, etc. también se encuentran igualmente afectadas por este fenómeno de raíz psicológica. No obstante sí que subyancentes a todas estas visiones existen unas recomendaciones comunes, unas ideas básicas acerca del camino individual a seguir, y por añadido de practicas colectivas y comportamientos sociales coherentes al modelo.