martes, 24 de marzo de 2009

El mundo, yo y el universo (2ª parte)


Recuerdo una lectura donde el autor decía que para él, un buen día era "Poder dar un buen paseo, leer un buen libro y mantener con alguien una buena conversación". Es una concepción que me asombra por su sencillez y más aún por su asequibilidad en lo cotidiano. Existen filosofías, religiones, teorías, etc. que propugnan los mejores caminos para alcanzar la felicidad. Creo que todas las personas construimos un imaginario acerca de lo que es la felicidad y de qué cosas hay que hacer o tener para conseguirla. Habitualmente, efectuamos una construcción del mundo que va cambiando a lo largo de la vida y sus ciclos, y paralelamente _en consecuencia_ se va re-ajustando la concepción acerca de lo que es la felicidad y de los pasos que nos llevan a ella. Aquí la psicología da en el clavo cuando explica que la mayor parte de las cosmovisiones no son más que una justificación del "aquí y ahora" de la persona y son su salvaguarda emocional, su justificación a lo que le está pasando, a lo que hace y a lo que deja de hacer. Las políticas, corrientes de pensamiento, culturas, tradiciones, manifestaciones religiosas, etc. también se encuentran igualmente afectadas por este fenómeno de raíz psicológica. No obstante sí que subyancentes a todas estas visiones existen unas recomendaciones comunes, unas ideas básicas acerca del camino individual a seguir, y por añadido de practicas colectivas y comportamientos sociales coherentes al modelo.