martes, 5 de enero de 2010

LA URGENCIA DE CONECTARNOS EN VALORES

Es desde hace unas décadas, no más, _aún cuando los humanos habitamos este planeta desde hace millones de años_ que las personas tienen la posibilidad, ya sea colectivamente, ya sea de forma individual _incluso_, de destruir y causar daños dificilmente reparables a corto o medio plazo a nuestro planeta. Tales males cada vez pueden ser más graves, más y más cada día; y más plausibles cuanto una mayor falta de equilibrio emocional-mental se va expandiendo sobre muchas personas en nuestras sociedades, de patologías crecientes en extensión, intensidad y edad de inicio, afectando a cualquiera, poderosos y oligarcas incluidos.

Antaño, un cavernícola malhumorado, por mucha barbaridad que desatase, ya que las actividades que sería capaz de realizar eran de bajo impacto, bien podían pasar desapercibidas; y si me apurais podría sostener la opinión de que hasta la llegada de la pólvora, la tierra era capaz de enjuagar en horizontes de escala humana los males recibidos, así como los grupos humanos, con mayor cohesión y un estrés diferente al actual, de adsorver los ataques sufridos ya sea como grupo ya sea a algunos de sus miembros. Actualmente el ciudadano de a pie tiene a su alcance herramientas y tecnologías que en mala praxi así como intencionadamente son capaces de infringir daños salvajes al entorno natural y a grupos humanos, inclusive a escala planetaria.

Prefiero no citarlos, se me ponen los pelos de punta, asustan realmente por el alto grado de alcance o impacto que pueden tener.

Pues bien, el comportamiento está regulado tanto por parte de la sociedad en que se vive, como por el propio individuo, a partir de determinada conciencia y criterios de la misma: los valores. Los valores nos ayudan a ser más felices, a tener más consciencia de nosotros y nuestro lugar en el mundo, nos conectan en una doble corriente dentro-fuera. De aquí la importancia del desarrollo de los valores humanos en cada uno de nosotr@s y el tener una mano extendida para ayudar en esta misma tarea a los nuestros. Los místicos, los meditadores, y cualesquiera en mayor o menor medida alcanzan a sentir el concepto de Unidad, lo entienden porque lo vivencian, y paulatinamente lo van incorporando en la experiencia de lo cotidiano. Así, busca momentos de silencio, pasea por y en la naturaleza, comunica y escucha de corazón a la gente.



Y es desde una perspectiva de pertenencia a algo más grande, o a su respeto, o a la alegría de vivir y obtener disfrutes o el respecto a uno mismo, que el comportamiento se autorregula y alinea de forma sencilla con algo que podría parecerse a la ley natural o a una ética de gran universalidad. Pues bien, cuando esto falla aparece una fractura psicológica, una falla en el suelo socio-emocional, y en el caso de originarse algún terremoto personal, la locura desatada (loco=locus , lugar), la persona fuera de sí, la persona que ha perdido su lugar, que se derrumba o cede a intereses egóticos, esa persona des-conectada, des-alineada del mundo/sociedad/familia/emociones/alma/... que se ha caído de su rejilla de valores o los ha perdido de vista, tal individuo ahora sí es capaz de ocasionar al mundo y a sus almas los horrores más bajos de las mitologías y las barbaridades que dudosamente sustentadas recogen incesantes profecías.


Este ÚNICO y maravilloso planeta vuelto azul por los estromatolitos durante su trabajo en millones de años, que nos dieron una amorosa atmósfera bajo la cual hemos crecido los maravillosos y ÚNICOS humanos, todo ello podría venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos si se caen o tuercen determinadas personas, que acumulan gran poder o que tienen acceso a determinados recursos tecnológicos.


Ahora es el momento que más que cuidarnos a nosotros mismos, hemos de estar pendientes de los demás, atentos a los cuidados que pudieran necesitar. Ya llevamos algunos milenios contruyendo un superyo (ver S.Freud, "El malestar en la cultura") y desde que llegó la era del New Age cultivando de múltiples formas el terreno interior. Ahora es el momento de la atención y la acción, de sacar y poner en marcha todos aquellos valores en los que hallamos llegado a trabajar, de dejar brillar las bondades de la naturaleza humana al sol, en la litosfera y sobre los seres que sobre ella habitamos. En este momento histórico, esperanzados dentro de una sensata preocupación, contruyamos una red de bondades, un cruzamiento amoroso de nuestros valores en acción... cual una epidermis de Gaia, cual aura espiritual de la humanidad.





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PD: la casualidad me llevó a reparar atención y oir en nueva forma esta canción de Silvio Rodríguez, de la cual te dejo un link con la letra y un video

http://letrasmp3.com/Letra-solo-el-amor_10353.html music y video



1 comentario:

Anónimo dijo...

Bellísimo artículo.


Me parece clave saber que la conexión con los propios valores y la actidud y acción propia en congruencia con ellos nos aporta la felicidad... Me parece el sumum aquellas personas que son capaces de sentir la belleza de conectar con la madre naturaleza... (ojalá todos los seres humanos fueran así! Seríamos mucho menos agresivos/as y destructivos/as!).