martes, 21 de diciembre de 2010

EL RECICLAJE COMO MEDITACIÓN

La meditación, la oración o la relajación son técnicas milenarias, que siendo diferentes entre sí, además de poder diferenciárseles muchas subvariantes (técnicas concentrativas, meditaciones activas, vipasana, zen, M.T., entrenamiento autógeno, plegarias, mantras...) tienen en común la consecución de una disminución de la actividad mental, que en función de la profundidad alcanzada, favorecen la aparición de diversos fenómenos los cuales tienen que ver con la propiacepción y la exterocepción, de modo tal que el sujeto experimenta vivencialmente un determinado grado de unidad, ya sea consigo mismo, ya sea de comunión con el mundo externo o aspectos de éste.

La vida actual en su versión anglosajona u estilo occidental, de preeminencia tecnológica, materialista y consumista, apenas deja espacio personal para disfrutar de un tiempo de conexión con la naturaleza interior, con nuestro alma, espíritu o esencia. Prisas y ruido rodean y gobiernan a la inmensa mayoría de ciudadanos, de modo tal que sus mentes apenas conocen el descanso y el silencio. Este estilo diario produce un desarraigo mayor y más sutil que el fenómeno de la alienación tal como exponía el marxismo en relación al trabajo y los trabajadores. Así las personas se ven abocadas a una fantasía espiral o creciente, donde el consumo se convierte en la anestesia o pastilla azul de Matrix frente a la vida disociada a la que nos conducen grupos y clústers político-económicos.

El imperante modelo de economía global y neo-liberal requiere del consumo, del consumo creciente y del consumo continuado, para garantizar su pervivencia, sistema que obvia considerar una variable: que los insumos o recursos no son infinitos en el planeta. La perversión del sistema es tal, que a fin de lograr garantizarse una continua producción en el ciclo "producción-compraventa-consumo" y nueva compraventa al finalizar la vida el producto, ha ideado un dispositivo de "Publicidad - Crédito - Obsolescencia programada" que opera creando necesidades, facilitando los recursos económicos para la compra y un complot empresarial que programa la muerte o fin del uso útil de muchísimos productos una vez el ciudadano medio ha conseguido devolver el crédito, momento en el que la sincronía de la obsolescencia _funcional o de diseño_ hacen que se re-inicie el círculo del consumo.


Pues bien, ni la Naturaleza está en condiciones de soportar esta prolongada expoliación ni la Humanidad de soportar tampoco está explotación. El mundo necesita Amor, no saqueadores que nos conducen al precipicio. Frente a ello, y con el reciclaje como abanderado, podemos realizar tod@s una triple labor:
  1. Frente a la publicidad. El impulso de compra que pretende ser generado debe ser minimizado o suprimido. Lo más ecológico no es ya utilizar productos "verdes" si no regular el consumo. Puedes informarte sobre cómo ahorrar y sobre productos "eco", pero lo que de ti verdaderamente depende ES NO CONSUMIR SI NO NECESITAS.
  2. Frente al crédito. Busca financiación ética para tus comprar y deposita tu dinero en entidades que no apoyen a empresas con malas prácticas para con las personas o con el entorno. Dicen que el dinero TAMBIÉN ES ENERGIA. Úsalo con conciencia.
  3. Obsolescencia programada. Combátelo mediante las "3 erres": reutilizar, reciclar o reducir. En estas dos primeras acciones estás prolongando el ciclo de vida de vida de los objetos, y con el último minimizas el impacto sobre la tierra.
Quiero centrarme sobre el reciclaje, que es un acto que podemos desarrollar integradamente a nuestra vida cotidiana un montón de veces. Recuerdo una historia sobre un monje budista que en todas las estancias de su casa tenía un reloj que señalaba las horas; y a cada cambio de hora, detenía su actividad, realizaba una profunda respiración y explicaba que era un momento para no olvidar su anclaje con el universo. Pues bien, tu también puedes establecer momentos de conexión con el universo en la vivencia del reciclaje, una situación que durante unos segundos o unos minutos puede aportarnos trascendencia si así enfocamos y valoramos dicho acto, tanto por nuestra mente como por nuestro corazón. El acto de reciclaje encierra una historia de amor, una historia que puedes abarcar en el tiempo, centrarla en el presente o tratando de imaginar su destino final o "nueva vida"; y en cualesquiera de las opciones puedes detenerte unos instantes, concentrarte en lo que estás verdaderamente haciendo o bien utilizar la visualización sobre su posible futuro _además de combinar estas opciones entre sí_.

El reciclaje nos integra con valores, nos hace conectarnos con la Unidad. Hacer reciclaje es como realizar un ásana de yoga, donde entras en una postura, la ejecutas y sales sin perder la actitud para entrar en la siguiente. Igual es el acto de reciclaje, donde puedes sumergirte en una experiencia de orden superior si le añades conciencia, presencia y amor.


Por lo tanto, más allá de que el reciclaje es un amoroso acto de indudable valor para el planeta, también supone una verdadera oportunidad para conseguir abrir una brecha de tiempo en la continuidad de lo cotidiano y regalarte un espacio para practicar las bondades de la meditación.

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